MANIFIESTO DEL CONSEJO DEL TIEMPO NATURAL
“EL LLAMADO DEL AGUA” CONSEJO DE VISIONES 2017
AÑO DE LA SEMILLA CRISTAL AMARILLA KIN 64

He colocado mi arco iris en las nubes, el cual servirá como señal de mi pacto con la tierra. Cuando yo cubra la tierra de nubes, y en ellas aparezca el arco iris, me acordaré del pacto que he establecido con ustedes y con todos los seres vivos. Nunca más las aguas se convertirán en un diluvio para destruir a todos los mortales. Cada vez que aparezca el arco iris entre las nubes, yo lo veré y me acordaré del pacto que establecí para siempre con todos los seres vivos que hay sobre la tierra.» Dios concluyó diciéndole a Noé: «Este es el pacto que establezco con todos los seres vivos que hay en la Tierra.»
–Génesis 9:13:17

 

“MANIFIESTO POR LA NOOSFERA”
JOSÉ ARGÜELLES, DANDO VOZ A LA TIERRA

Durante más de quinientas de mis órbitas alrededor del Sol, los humanos han estado alterando mi paisaje, en ocasiones bellamente, como en el caso de los bancales de arroz del Extremo Oriente y plantaciones de maíz en los Andes sudamericanos; canales, acequias, terrazas, presas para contener el agua, pirámides y templos, grandes muros serpenteantes, además de ciudades, con sus sistemas de caminos interconectados. A lo largo de la costa, grandes puertos y barcos con sus velas hinchadas por el viento, buscando nuevas tierras que conquistar, nuevas mercancías con las que comerciar, y siempre aquí o allá, grandes ejércitos en pie de guerra devastando la Tierra. Unos fueron inteligentes, mientras que a otros los movía una incansable avidez de riquezas y poder.

Los inteligentes me cartografiaron, y construyeron globos parecidos a mí. Decidieron vivir conforme a su propio tiempo, renunciando seguir los grandes ciclos que gobiernan el orden universal. Por dinero, dividieron su tiempo y dividieron la Tierra. Dejaron de considerarse parte de ella, y yo, la Tierra, me convertí en su esclava. Crearon todo tipo de máquinas, y para ello necesitaron todo lo que podían extraer de la Tierra: Me despojaron de mis bosques, abrieron mis montañas y excavaron profundamente en el suelo y en el fondo del mar buscando combustible para hacer funcionar sus máquinas.
Y vi que entre los inteligentes había videntes y soñadores, profetas y mensajeros, poetas y artistas que visualizaron otro mundo y que advirtieron, que por el bien de sus almas, trataran de refrenar su codicia y su deseo.

Y vi a aquellos que optaron por no construir ni levantar edificios, que prefirieron no alterar mi paisaje, que estaban satisfechos con pequeñas viviendas de cuero y piel, de ladrillos de barro y adobe, que dibujaban en la arena, y pintaban en las rocas y en las paredes de las cuevas, que seguían a los animales salvajes por senderos y caminos en los bosques, que oraban a la luna, a las estrellas y al Sol, salmodiando el sueño de la noche cósmica. Eran los videntes, los hombre medicina y los sabios que hablaron por mí:

Yo soy uno con la Tierra.
La Tierra y yo somos una sola mente.

Tú no estás separado de mí, aunque pienses que lo estás. Eres uno conmigo. Tu mente y mi mente, la mente de la Tierra, son una sola mente. Y esta mente es la noosfera, la mente de la Tierra que envuelve como un manto invisible la totalidad de mi cuerpo, penetrando en cada ser vivo, dotando a cada uno con un rayo del espectro de consciencia viva que se extiende desde el centro de la galaxia hasta nuestro Sol, hasta mi y hasta todos los que habitan en mi superficie. Somos un único organismo planetario. Toda la vida es una, del mismo modo que yo soy un todo indivisible.

Para aquellos que tengan ojos para ver, oídos para escuchar y corazones que conocen desde el interior, ha llegado el tiempo de escuchar mi manifiesto por la noosfera. Escucha y recita conmigo:

Yo soy uno con la Tierra.
La Tierra y yo somos una sola mente.

Mira a nuestros mares, cubiertos de basura y ardiendo a causa del combustible vertido. Mira a nuestros vecinos, sin hogar y huyendo en busca de refugio. Mira a nuestros hijos, apiñados en las aceras, mendigando o escarbando en la basura en busca de comida. Mira a los empresarios poseedores de las máquinas y los bancos, ocultándose tras puertas blindadas y ejércitos equipados. Mira a los ancianos, sentados en el borde de lo que una vez fue un bosque, llorando la pérdida de una antigua realidad.

Yo soy la Tierra. Soy la mente de todos ustedes. Ahora hablo a través de todos ustedes. Escuchen: En un momento determinado de mi tiempo, todo cambiará. Me alzaré desde la tierra del sueño y me convertiré en la túnica de consciencia que envuelve de un modo perfecto mi forma giratoria. El tiempo del dinero y de la máquina acabará, un nuevo tiempo comenzará, y conocerán de nuevo lo que habían olvidado. Y desde ese momento, los nuevos códigos del ser y de la realidad se pondrán en marcha: los códigos de la noosfera. Ya no habrá más naciones, ni más dinero, ni más verdades hechas jirones, ni más pobreza, ni más drogas, ni más armas ni más bombas, sino un nuevo mundo de telepatía universal. Todo el mundo comprenderá a la vez que solo hay un tiempo para la Tierra, una simultaneidad de día y noche, una sincronicidad continua.

Vuestra mente comenzará a transformar todo el daño causado en una obra de arte viva, la Tierra entera convertida en una obra de arte maestra, rodeada por un arco iris de polo a polo, una única forma de pensamiento hecha visible. Como ciudadanos de la Tierra, sentiremos una presencia galáctica, con la noosfera como nuestro panel de control, un diseño del destino escrito en un plan divino, siguiendo una medida común de tiempo universal que nos unifica en una sola mente.

Aceptaremos la llegada de visitantes procedentes de otros mundos, recibiremos cualquier conocimiento que llegue a nosotros procedente de los ancianos de las estrellas que han estado esperando que maduremos hasta llegar a la Noosfera, convirtiéndonos en la nueva jerarquía de la civilización cósmica.

Nada nos impedirá seguir el camino eterno. Más allá del tercer milenio desplegaremos la forma de la Tierra como una obra de arte viviente. Solo entonces extenderemos la noosfera hasta las hermosas vistas de la mente cósmica, irradiando desde los centros de nuestro cerebro el nuevo órgano que ve el todo universal como un círculo que gira sin detenerse jamás. Además, ninguna comunidad tendrá jamás necesidad de abandonar la Tierra, nuestro hogar en el cosmos. Este es nuestro manifiesto por la Noosfera:

Yo soy uno con la Tierra.
La Tierra y yo somos una sola mente.

 

 

 

 

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